JAZZ BÚLGARO
Bulgaria forma parte de la península balcánica, en un conglomerado de países con una historia y cultura muy complejas. Se incluyen en la península hasta 12 naciones (o más, si el criterio elegido no es exclusivamente geográfico), algunas tan diferentes como parte de Turquía, Grecia, Albania, Rumanía, los países de la antigua Yugoslavia, etc. Predominan las lenguas eslavas, pero también se habla griego, albanés, turco, rumano y romaní.
De este conglomerado surge una música muy variada, rica y compleja, con influencias orientales del imperio otomano, gitanas, etc. Lógicamente existen diferencias entre las músicas de distintos países y regiones, pero también influencias recíprocas.
Como ejemplos ponemos la música rumano-gitana de Fanfare Ciocarlia y Taraf de Haïdouks, que han tenido proyección internacional dentro del interés que han motivado en las últimas décadas las “músicas del mundo”.
En Bulgaria destacan las voces femeninas cantando armonías y melodías populares muy complejas que nos transportan a un mundo lejano, mágico y misterioso… y fue una canción búlgara tradicional sobrecogedora la elegida para llorar la muerte de Leónidas en la película 300.
Centrándonos en el jazz podemos decir que se escribía básicamente en el compás 4/4, a veces 3/4, hasta que en 1959 el pianista Dave Brubeck se inspiró en ritmos de músicos turcos para componer Blue Rondo a la Turk, en 9/8, o su compañero, el saxofonista Paul Desmond compuso uno de los estándares más célebres del jazz, Take Five, aludiendo a que está escrito en el compás asimétrico 5/4. Por lo demás ninguno de los dos temas suena balcánico o turco en absoluto.
Fue la colaboración del patriarca del jazz búlgaro Milcho Leviev, pianista, con el inquieto trompetista y compositor norteamericano Don Ellis la que dio lugar en 1971 a un tema clarísimamente búlgaro, Bulgarian Bulge, inspirado en el tema tradicional Sadovsko Horo y escrito en una amalgama de compases insólita, reflejo también de la complejidad rítmica de algunas músicas populares del Este europeo.
Desde entonces ha ido desarrollándose una cultura jazzística en Bulgaria, abriendo nuevos caminos en una fusión enriquecedora, que podría definirse como etnojazz, llevada a cabo por músicos de gran talento, como los componentes del Vladimir Karparov Quartet. que tenemos la satisfacción de presentar en este concierto.